Así
como todo bebé tiene derecho a ser amado por sus padres y a la
disposición empática de los demás, niños, adolescentes, adultos y
adultos mayores, todos tienen derecho a semejante disposición de parte
del Otro.
Se habla mucho del RESPETO en todos los debates o
discursos políticos, en las agendas y proyectos sociales y educativos,
pero no nos hemos percatado de que el verdadero respeto NO NACE POR
CONSIGNA, sino que se inserta en el desarrollo emocional de la
subjetividad en la cual se enclava el surgimiento de la Ley. El respeto
hace que yo me aproxime al Otro con apertura valorativa, SÓLO si he
aprendido de la humanidad de los sentimientos a partir de la generosidad
empática, que me ha sido dada y que me ha sido enseñada no sólo a
través de la palabra sino del VÍNCULO HUMANO vivido en experiencia desde
los primeros años. Allí nace la moral inserta en la vida afectiva,
moldeada progresivamente por la expresión verbal auténtica.
Me
sorprendí gratamente al escuchar la palabra Amor en una pregunta que
hizo Mijael Garrido Lecca durante una entrevista en su programa
Contacto, sin embargo, esta no fue repetida por su interlocutor.
El
profesor Hugo Neyra se ha aproximado a ella en las dos interesantísimas
entrevistas que concedió al mismo programa y que fueron realmente
pedagógicas, al hacer hincapié en la importancia de los cursos de
Humanidades.
Por lo demás, parece que el Amor se ha dejado al
mensaje y testimonio mayor de Cristo, dios u hombre, al Maestro Freud o
al sentido otorgado en la época hippie de los sesentas. Hay hace tiempo
una pandemia de pudor de sentimientos de la cultura machista que confina
el Amor, desvalorizándolo, a las canciones románticas y a las
experiencias adolescentes, hermosos realces de uno de sus sentidos por
cierto.
Nada de lo dicho olvida las antípodas del odio y la
agresividad inherentes también a la condición humana. Pero allí está el
Amor, término que puede parecer holgado, idealista y/o uniformizante de
individuos, grupos y culturas, pero no es ese el sentido, menos en un
país multicultural. En NADA tiene el significado aquí: ama a todos por
IGUAL.
El afecto permite modelar y modular las ramificaciones del
odio y superar la violencia bajo el llamado de una perspectiva
humanista.
¿Una Cultura de Amor? Quizás sirve más modestamente
este deseo que tanto discurso aprendido sobre corrupción, seguridad
ciudadana, conflictos sociales, feminicidio…En nada son unas palabras
simplificadoras a tanta temática compleja.
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